miércoles, 3 de diciembre de 2008

ANEF, la rebelión de la clase media

Miles de trabajadores del sector público se tomaron las calles en forma pacífica y con un orden ejemplar, dando un vuelco a la historia de 20 años, al rebelarse contra la casta política y los tecnócratas arrogantes que se han apoderado del país

Hernán Narbona Véliz, desde Atacama


DESDE LAS MOVILIZACIONES anti dictadura no había habido marchas con esta convicción ni dirigentes con este poder de convocatoria. Ningún político de cuño actual se animaría a esta evaluación directa que ha realizado la ciudadanía en las calles. Los partidos políticos ya no son capaces de organizar grandes concentraciones. Se acostumbraron los tecnócratas y operadores políticos a manipular las masas con los mecanismos mediáticos, con el llamado “marketing polìtico”. Pero, ahora, esta movilización de ANEF se les escapó de las manos, pese a su afán obsesivo por controlarlo todo.

La gente de clase media, los funcionarios de carrera, de planta y a contrata, vilipendiados y estigmatizados como improductivos, son los que efectivamente sostienen el Estado, pese a los saqueos organizados que han armado sucesivas cohortes políticas que se enquistan en la conducción de los servicios públicos por cuoteos de poder.

Por eso, al presenciar a miles de funcionarios desfilar ordenadamente, con alegría y bullicio, en repudio a un sistema que los ha maltratado; al ver personas que demuestran su cansancio e impotencia por ahorros previsionales que se esfuman en malabares que realizan terceros y de lo cual nadie rinde cuenta, cuando se siente ese fervor que se eleva por las alamedas de Chile, uno no podía menos que sentir una ola de dignificación de la Administración Pública.

Porque esa es la clase media principal y republicana, los servidores públicos que cubren con esfuerzo trabajos que no cuentan con recursos suficientes o deben resignar su trabajo a políticas que distorsionan muchas veces una visión de Estado. Ellos, los funcionarios del Estado, los empleados fiscales que salieron a las calles presionando por dignidad, son la civilidad que exige respeto y ante la cual deberán resignar posiciones dogmáticas los tecnócratas de turno.

Esto ocurre en un momento especial, en medio de una crisis que está pagando en sus costes esta clase media, la cual paga impuestos, pero no recibe ninguna ayuda genuina, que debe seguir educando sus hijos y viviendo con dignidad de acuerdo a su investidura. Esa clase media es la damnificada por maniobras de administradoras que nunca le dieron espacio de participación y control a los dueños de los fondos, esa clase media es una fuerza electoral que cree cada vez menos en la clase política y en la dialéctica de izquierdas y derechas, y siente que en su movilización está la clave del cambio cualitativo del sistema chileno.

Esa gente en la calle no aspira a revoluciones teóricas; quiere que se trabaje con honestidad y compromiso por el bien del país; quiere carrera funcionaria y meritocracia. Quiere erradicar a los parásitos que se fueron enquistando en las organizaciones públicas y que han sido responsables de los mayores escándalos de corrupción. Se manifiestan por un Estado sano que se sustente en carreras funcionarias modernas, en el rescate del entusiasmo y la mística.

La ANEF, con Raúl de la Puente a la cabeza, lo ha consiguido. Y están marcando un momento de inflexión en la política chilena, porque por vez primera, con la gente en la calle, se ha arrebatado a la clase política espacios de poder, denunciando el estilo cupular y el secretismo con que fueron tratados los temas públicos. ANEF está recuperando con la energía gremial que da la unidad de 15 gremios, un espacio de participación efectiva para mejorar y dignificar la función pública, en un hito que va más allá del reajuste conseguido

TOMADO DE AQUI

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